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miércoles, 24 de marzo de 2021

Hermoso, esforzado y silencioso.

San Zacarías el egipcio, monje. 24 de marzo. 

Fue Zacarías hijo de un tal Carión, el cual un buen día abandonó a la mujer y sus hijos para irse al Desierto a vivir como un eremita. Ese mismo año hubo una gran hambruna en el país y la esposa tomó a los dos niños y se fue al desierto, donde halló a Carión. Se quejó de la tribulación que habían padecido por la hambruna y le entregó los niños. Pero Carión le dijo, "
Dios ha dividido a los dos niños por sexos para que los dividamos entre nosotros. Llévate a la niña y deja al niño conmigo". Y la mujer se fue con la niña.  

Carión entonces se llevó consigo a Zacarías, y ambos ingresaron en la comunidad monástica que había sido fundada por San Macario el Grande (15 de enero). Al entrar al cenobio San Moisés el Etíope (28 de agosto y 1 de julio) vio descender sobre el niño una blanca paloma. Al poco tiempo el niño Zacarías ya adelantaba a su padre en la piedad, la obediencia y el desapego. Incluso los monjes venerables le pedían consejo, pero el niño era tan prudente, que jamás aconsejaba, sino que guardaba silencio y oraba por quien le inquiría. Solo cuando la obediencia le obligó a contestar, abrió la boca, y fue para siempre dar oportunos consejos a las almas, profetizar o entonar alabanzas. Cuéntase que San Macario le preguntó sobre que era ser un verdadero monje. Zacarías se limitó a tirar su sombrero de trabajo al suelo y respondió: "Sólo cuando alguien está igual de quebrado, pisoteado y arrastrado por el suelo puede llamarse a sí mismo monje". 

Al llegar a la pubertad se convirtió en un joven hermoso. Tanto, que algunos monjes comenzaron a decir de él que les perturbaba como una mujer. Y Zacarías entonces se metió en un lago de aguas sulfurosas y estuvo tanto tiempo allí, que al salir estaba tan llagado y su piel tan manchada, que ni siquiera su padre pudo reconocerlo. Un domingo, luego de comulgar, el santo monje San Isidoro (15 de enero) tuvo una visión en la que veía al santo adolescente resplandecer de virtud, y declaró a los monjes: "El domingo pasado nuestro hijo Zacarías comulgó como un hombre, ahora lo ha hecho como un verdadero ángel”. También nos cuentan los antiguos que Carión dijo de su hijo: "He peleado mucho en el combate, pero nunca he alcanzado la medida de mi hijo Zacarías".  

Dícese que, estando para morir, tuvo visiones celestiales, que le dejaban extático. Como guardaba silencio sobre ello, su abad le preguntó, curioso: "¿Qué ves, mi niño?". Zacarías solo le preguntó "¿Es apropiado que rompa el silencio a esta hora?". Y a la respuesta negativa del abad, volvió a guardar silencio sobre lo que veía y al poco murió dulcemente. Fue sobre el año 400.  

La mayoría de versiones nos dicen que Zacarías murió muy joven, aún adolescente, mas sin embargo, otras versiones de su “vita” nos dicen que vivió cerca de 50 años de vida monástica. En la iconografía y los sermones piadosos sobre su persona, siempre se nos pinta como un anciano. 

Fuente:
- https://www.cambridge.org 


A 24 de marzo además se celebra a:

S. Catalina de Suecia,
religiosa
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San Donard de Maghera,
ermitaño
.
Santa Hildelith,
viuda y abadesa
.
San Simon de Trento,
niño mártir
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NOVEDAD

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lunes, 22 de marzo de 2021

De Egipto a Breziers, y cefalóforo.

San Afrodisio de Béziers, obispo y compañeros mártires. 22 de marzo y 28 de abril.

Su “vita” es totalmente legendaria y exenta de rigor histórico. Según Pedro de Natalibus, Afrodisio era egipcio y gobernaba una provincia para el Imperio cuando la Virgen Santísima y San José llegaron con el Niño Jesús (leer sobre “La Huida a Egipto”). Como cuentan los Evangelios Apócrifos, al llegar el Niño a Egipto, todos los ídolos cayeron, y dice De Natalibus que entonces Afrodisio adoró al Niño Jesús reconociéndolo como su Dios. Mientras la Sagrada Familia vivió en Egipto él la protegió y socorrió. Cuando Cristo fue crucificado y resucitado, Afrodisio recibió un mensaje del cielo, abandonó su Prefectura y se puso en camino a Judea, llegando a estar presente en la Ascensión de Cristo.   

Estuvo además en Pentecostés y luego se fue a Antioquía, donde fue bautizado por el apóstol San Pedro (29 de junio, martirio; 22 de febrero, La Cátedra; 1 de agosto, "Ad Víncula", 16 de enero, "Ad Víncula" en la Iglesia oriental; 18 de noviembre, Dedicación de su Basílica). San Pedro lo envió con Sergio Pablo, antiguo procónsul, a predicar el Evangelio a la Galia, luego de predicar en Chipre. Habría sido ordenado obispo por San Pedro o por San Pablo, dependiendo de quién cuente la historia.    

Su actividad apostólica se centró en Béziers, donde Afrodisio convirtió a Caralipo, Agabo y Eusebio, quienes le acompañaron en su ministerio apostólico. Iban ganando muchas conversiones cuando un día los paganos de la región los atraparon y le cortaron la cabeza en el año 65. Sus compañeros también fueron martirizados. Afrodisio tomó su cabeza y caminó hasta una de las puertas de la ciudad, y allí cayó desplomado. En ese mismo lugar sería sepultado y levantada una capilla en su honor, que luego sería llamada de San Pedro. Sus reliquias se veneran hoy en la basílica de la ciudad, dedicada a su memoria.  

Ciertamente algunos documentos apuntan a que Béziers tuvo un obispo llamado Afrodisio, pero entre los siglos IV y V, época en que probablemente la región se convirtió a Cristo. Es uno de los llamados “Santos Cefalóforos” y de los que yo llamo “Santos en la Máquina del Tiempo”. 

Fuente:
-https://heiligen-3s.nl 


A 22 de marzo además se celebra a

miércoles, 17 de febrero de 2021

Padre de los presos, enfermos y leprosos.

San Silvino de Thérouanne, obispo. 17 de febrero. 

Nació hacia el año 650 y fue pariente de la reina Santa Plectrude (10 de agosto), esposa de Pipino de Herstal. Sirvió como funcionario en la corte al servicio del rey Childerico II. En un viaje a Roma el papa San Agatón (10 de enero), lo ordenó obispo, dándole la encomienda de evangelizar la zona de Thérouanne. Como no se le menciona en el episcopologio de Thérouanne, del siglo XI, se cree en realidad fue uno de los tantos obispos misioneros itinerantes, sin sede fija. 

Fue el santo un gran apóstol en la región, convirtiendo a muchos del paganismo, liberando esclavos y construyendo numerosas iglesias. Fue un gran protector de los pobres y desamparados. Peregrinó a Tierra Santa en una ocasión, trayendo muchas reliquias para su iglesia local. Tuvo muchas manifestaciones de su ángel de la guarda, quien le libró en varias ocasiones de los peligros. 

Su "vita" dice: "Consiguió liberar a prisioneros de todo el mundo: los hacía aceptar el amor de Cristo y les dejaba a donde quisieran, después de haberlos impregnado con la verdadera doctrina y firmado con una cruz santa en la frente. Cuando los enfermos llegaban a él con alguna enfermedad, primero comenzaba a pedir la inconmensurable gracia de Dios en su corazón; luego su cuidado se dirigía primero al alma del necesitado; luego los bañaba o los untaba con aceite y les daba la gracia de la Sagrada Comunión. Si no estaban impedidos por otra enfermedad, los mandaba ir a casa con excelente salud (…) Cuidó a los leprosos, sanó a los cojos, volvió a poner las extremidades en sus pies e hizo que los ciegos vieran. Quienquiera que acudiera a él, con cualquier enfermedad o incomodidad, lo devolvía a la Santa Iglesia, sano y salvo”. 

Después de años de misión fundó un monasterio bajo la Regla benedictina en Auchy-lès-Hesdin, al norte de Amiens, y allí se retiró como un simple monje. Así vivió muchos años, alimentándose solamente de la Sagrada Comunión, hasta que subió al cielo el 17 de febrero de 720. 

La "vita" antes mencionada fue escrita en el siglo IX, más o menos 100 años luego de su muerte, cuando la abadía ya había pasado a ser femenina. La monja que la escribió dice remitirse a las declaraciones de un obispo que conoció a Silvino.


A 17 de febrero además se celebra a:

lunes, 2 de abril de 2018

De una gran penitente y una gran leyenda.

Santa María la Egipcíaca, penitente. 1, 2, 3, 4, 6, 9, y 15 de abril.

Hacia el año 270, en tiempos del emperador Claudio, María, conocida popularmente con el nombre de "la pecadora", se retiró al desierto en el que vivió cuarenta y siete años entregada a muy duras penitencias. En cierta ocasión el abad San Zósimo (4, 9 y 30 de abril), paso al otro lado del Jordán y recorrió una gran zona desértica para ver si en la región que quedaba a la otra orilla del río moraba algún anacoreta. Un día vio desde lejos un bulto que caminaba. Cuando estuvo un poco más cerca advirtió que se trataba de una persona totalmente ennegrecida por el calor del sol. Era María Egipcíaca, quien, en cuanto se dio cuenta de la presencia, aunque lejana, del abad, emprendió veloz carrera huyendo de él. Pero el abad corrió todavía más, y cuando estaba ya cerca, María, vuelta de espaldas le gritó: "¡Abad Zósimo! ¿Por qué me persigues? ¡Detente! No puedo dejarme ver de ti, compréndelo; soy una mujer y estoy completamente desnuda. Arrójame con fuerza tu manto desde donde estás para que pueda cubrirme con él, y después, con mi pudor a salvo hablaré contigo".

Zósimo quedó estupefacto al enterarse de que aquella mujer conocía su nombre. Luego le arrojo el manto para que se tapara, en cuanto vio que la mujer se había cubierto con aquella prenda, corrió hacia ella, se postró a sus pies y le pidió su bendición. "¿Que dices padre?" -replicó María -"Tú, como sacerdote debes bendecirme a mí" Zósimo iba de sorpresa en sorpresa, aquella desconocida no solo sabía cómo se llamaba, sino que también estaba enterada de que era sacerdote. Con esto, aún más impresionado, insistió en que la bendijera. María, entonces exclamó: "¡Bendito sea Dios, redentor de nuestras almas!"

Luego, extendiendo sus manos comenzó a orar, y mientras oraba fue levantándose en el aire hasta quedar suspendida a una altura de un codo sobre la tierra. El anciano, a la vista de este fenómeno pensó interiormente si no estaría en presencia de un demonio disfrazado de mujer, que trataba de engañarle y simulaba orar para mejor conseguirlo. Mas he aquí que una nueva sorpresa vino a añadirse a las anteriores, porque inmediatamente la desconocida dijo: - "Que Dios te perdone tu mal pensamiento de haberme tomado por un espíritu inmundo. No soy un demonio, aunque si una mujer muy pecadora". Zósimo, en nombre del Señor, le rogó que se identificara y le dijera quien era. Ella le respondió: "Padre, no sé si debo declararte quien soy; temo que si lo hago eches a correr espantado, como quien huye de una serpiente. Temo que mis palabras mancillen tus oídos, y hasta que el aire quede contaminado si me atrevo a contarte mi vida." No obstante Zósimo insistió en que quería saber quién era, por lo cual ella accedió y refirió al abad lo siguiente:

"Yo, hermano, nací en Egipto. A los doce años fui llevada a Alejandría, y a los diecisiete me dediqué a la prostitución de mi cuerpo; en este oficio permanecí mucho tiempo. En cierta ocasión, al enterarme de que desde el puerto de Alejandría iba a salir un barco cargado de peregrinos que se dirigían a Jerusalén para adorar la Santa Cruz, rogué a los marineros que me permitieran embarcarme en su navío. ‘¿Tienes dinero, me preguntaron, para pagar el pasaje?’ Yo les respondí: ‘No tengo dinero, pero puedo pagar con mi cuerpo’. Ellos aceptaron, me dejaron embarcar, y durante la travesía usaron y abusaron de mi cuanto quisieron. Al llegar a Jerusalén, quise también adorar la Santa Cruz, y me dirigí a la iglesia, pero al acercarme a la puerta del templo me sentí rechazada por una fuerza invisible, que no me dejaba pasar. Cuantas veces intenté penetrar en el sagrado recinto, y fueron muchas otras tantas me lo impidió una mano misteriosa. Al observar que todos los demás entraban libremente, y que solamente a mí se me vedaba el paso. Traté interiormente de indagar cuales podrían ser las causas de tan extraño fenómeno, hasta que caí en la cuenta de que no podían ser otras que las de la enormidad de mis pecados. Entonces empecé a darme golpes de pecho y a derramar amarguísimas lágrimas y a prorrumpir en profundos suspiros.

En esto vi que sobre la portada había una imagen de la Bienaventurada Virgen María, en la que hasta entonces no había reparado, y mirándola tiernamente le rogué con copioso llanto que me alcanzase de Dios la gracia de que se me perdonasen mis culpas y de que pudiese pasar al interior del templo para venerar la Santa Cruz, prometiéndole a Cristo y a Nuestra Señora que en cuanto saliera de aquella iglesia abandonaría el mundo y viviría en absoluta castidad hasta el final de mis días. Una vez hecha esta oración y promesa quedé tranquila y firmemente convencida de que la Bienaventurada Virgen María me alcanzaría lo que le había pedido, y sin dudarlo me acerque al dintel del templo, lo traspasé y entre en el santo lugar sin que nadie ni nada me lo impidieran; adoré devotamente a la Santa Cruz, y cuando termine de hacerlo, alguien, no sé quién, me dio tres monedas de plata y a continuación oí una voz que me decía: ‘Si pasas el Jordán, quedarás a salvo’.

Con las tres monedas compré tres panes, y con ellos en mis manos cruce el Jordán, me vine a este desierto, me refugié en él, y en el llevo viviendo ya cuarenta y siete años, durante los cuales no he visto a persona alguna, hasta ahora que te he visto a ti. Los tres panes que traje conmigo, conmigo siguen después de cuarenta y siete años, sin merma alguna, cual si fuesen piedras, a pesar de que en todo este tiempo de ellos he comido cuanto he precisado. Mis ropas fueron deshilachándose poco a poco hasta que perecieron totalmente. Durante los primeros diecisiete años que pasé en esta soledad tuve a menudo tentaciones carnales; pero con la gracia de Dios logré superarlas y desaparecieron por completo. Bueno, hermano, ya te he comentado mi historia; ahora que la conoces encomiéndame en tus oraciones al Señor, te lo ruego".

Acabada la narración, el santo abad se arrodilló y bendijo al Señor por la misericordia que había tenido de aquella su venerable sierva. Después la penitente dijo a Zósimo: "Voy a pedirte un favor. El año que viene acude el día de Jueves Santo a la orilla del Jordán y trae contigo el Cuerpo del Señor. Yo te buscaré por allí, para que me des la comunión, porque desde que vine a este desierto no he comulgado nunca". El anciano abad regreso a su monasterio, y al año siguiente, la víspera del Jueves Santo, se trasladó a la orilla del Jordán llevando consigo el cuerpo del Señor, y al llegar a la vera del río vio como ya estaba aguardando en la otra ribera la penitente, quien en cuanto lo divisó trazó la señal de la Cruz sobre la corriente y comenzó a caminar sobre las aguas; de ese modo llegó a la orilla opuesta y exactamente al mismo sitio en que Zósimo se encontraba. El venerable anciano, maravillado, en un impulso de devoción se hincó de rodillas ante la recién llegada, pero esta al instante le dijo: - "¡No hagas eso! ¡No hagas eso! ¡Levántate! ¡Eres un sacerdote, y además traes contigo el cuerpo del Señor!"

Terminada la entrevista, la penitente antes de separarse del abad, rogó a este que el año próximo, el día de Jueves Santo volviera a visitarla al mismo lugar en que se vieron por primera vez; luego trazó la señal de la Cruz sobre el río, se internó en él, lo cruzó de nuevo del mismo modo que lo hiciera al venir, es decir, caminando sobre las aguas, llegó a tierra, y continuó avanzando hacia el desierto. Zósimo por su parte, regresó a su monasterio.

Al año siguiente el abad acudió al sitio que la sierva de Dios le había indicado, y al llegar a él quedó sorprendido; en el lugar preciso en que casualmente la había visto por vez primera yacía ahora, tendido en tierra, el cuerpo muerto de la santa mujer. Mucho lloró Zósimo sobre aquellos venerables restos. Luego pasó por momentos de perplejidad. Por una parte parecíale que debería enterrarlos, por otra, no se atrevía a hacerlo, para darle sepultura era menester tocarlos, y esto -pensaba él con reverente temor- tal vez no fuese del agrado de la santa. Cuando estaba entregado a estas cavilaciones vio, de pronto, junto a la cabeza del cadáver, una inscripción hecha sobre la arena que decía: "Zósimo, entierra el cuerpo desmedrado de María que por orden del Señor dejó esta vida el dos de abril. Torna este polvo a la tierra y ruega por mí". Haciendo cálculos el abad cayó en la cuenta de que la penitente había fallecido el año anterior precisamente el día de Jueves Santo, o sea, en la misma fecha que el administrara la santa Comunión; por tanto, aquella piadosa mujer, en cosa de una hora, milagrosamente había cubierto la distancia existente entre la ribera del Jordán y el sitio en que su cuerpo se encontraba, distancia que él había tardado en salvar treinta días en cada una de las dos ocasiones en que había recorrido aquel trayecto.

Su asombro fue en aumento, porque al reflexionar acerca del modo de ejecutar la orden que se le daba en la mencionada inscripción, y hallar serias dificultades para excavar la sepultura, observó cómo llegaba hasta el un león caminando mansamente. Entonces, dirigiéndose a la fiera le dijo: "Escucha león. Esta santa mujer antes de morir dejó escrito que yo diese sepultura a su cuerpo; pero no veo la manera de hacerlo, porque además de que soy viejo y carezco de fuerzas, no tengo herramientas ni puedo hacerme con ellas en este desierto. Lo mejor será que tú, con tus garras, hagas un hoyo en el suelo para que pueda cumplir su deseo". Seguidamente el león comenzó a excavar en la arena e hizo en tierra un hoyo suficientemente hondo y amplio para depositar en él los venerables restos, y una vez sepultados se alejó de aquel lugar tan mansamente como había venido, cual si fuese un cordero. Zósimo también glorificando a Dios, retornó a su monasterio.

Y hasta aquí la leyenda de la Egipcíaca. Hay que decir que la mayoría de los anteriores detalles, los recoge el Beato Santiago La Vorágine (13 de agosto) de una composición poética del siglo XIII, porque la narración original es mucho más escueta, solo llama María a la penitente, sin decir nada de sus pecados, conversión, y milagros. Ciertamente existió esta penitente, de la cual constan vestigios de culto en el siglo V, apenas unos 100 años después de su muerte. Junto a Santa María Magdalena (22 de julio, 20 de marzo, traslación de las reliquias; tercer domingo de Pascua, o de las Miróforas.), Santa Thais (24 de septiembre) y Santa Pelagia (8 de octubre), forma parte de los grandes ejemplos de penitencia y conversión ofrecidos por la predicación medieval.


Fuente:
-https://preguntasantoral.blogia.com


A 2 de abril además se celebra a
Santa Ebba de Coldingham, "la joven", abadesa mártir.
Santa Musa de Roma, virgen.
San Francisco de Paula, fundador.

martes, 27 de marzo de 2018

Profeta, orante y sanador.

San Juan de Egipto, monje. 27 de marzo.

Nació en 304, en Licópolis, la actual Asyut, en una familia de artesanos de la madera, y él mismo llegó a ser buen carpintero. En 339, con 25 años, abandonó su negocio y el mundo para retirarse al Desierto bajo la guía de un santo eremita. Este le probó en la obediencia hasta grados absurdos, como mandarle tirar la cena, o regar un palo seco durante un año. Juan sin replicar obedecía, y regaba el palo como si una planta fuera. Y tal vez había seguido haciéndolo si al cabo de ese año de formación espiritual su maestro no hubiera fallecido. Ya solo, Juan conoció varios cenobios de la Tebaida, pero ninguno le satisfacía. Por ello, se retiró a lo alto de una colina de difícil acceso cerca de Licópolis, donde cavó tres agujeros en la piedra para usarlos como celda, taller y oratorio. Tapió la entrada y solo dejó un agujero por donde hablaba a aquellos que buscaban su consejo (pues los había que subían hasta allá para ello) o recibir algo de comer a cambio de sus cestos, esteras u otros trabajos de madera.

Su ayuno duraba durante todo el día, y todos los días del año. Así que solo al atardecer comía alguna legumbre o frutos secos, hierbas, etc. Nunca fundó un recinto monástico, pero a su alrededor se establecieron varios discípulos suyos que aprendían de sus enseñanzas y máximas espirituales a través de la ventanita. Cuando eran muchos, hicieron una hospedería y una iglesia, pero Juan siempre se negó a administrarlo o mandar en algo.

Tuvo el santo los dones de conciencia y de sanación. Cuando le visitaba un clérigo Juan siempre lo sabía, aún cuando se ocultara entre los fieles, y más aún, sabía sin equivocarse si era diácono, presbítero u obispo. Realizó numerosos milagros a aquellos que, purificados previamente de sus pecados, le pedían oraciones. También gozó del don de profecía: Al emperador San Teodosio I (17 de enero) Juan le profetizó que los bárbaros invadirían el Imperio, y que vencería a su enemigo, Máximo, como así ocurrió. En 392 Teodosio volvió a preguntar al santo, quien estaba decepcionado del emperador por sus actos sangrientos. A pesar de ello, como aviso, Juan le mandó decir que sería vencedor una vez más, pero a causa de sus pecados, la victoria sería corta para él y no salvaría a su Imperio. Efectivamente, Teodosio venció a Eugenio en 394 y murió meses después, dejando el Imperio dividido entre sus dos hijos Arcadio y Honorio.

Otra de sus célebres profecías fue la realizada a Palladio, el conocido escritor eclesiástico. Vivía Palladio en el desierto de Nitria, cuando quiso conocer de primera mano si todo lo que de Juan se decía era cierto y realmente era un hombre de Dios. Juan tenía por norma que solo hablaba con los hombres los sábados y domingos, dedicando todos los demás días a hablar con Dios. Paladio tuvo paciencia y esperó. Llegó el sábado y Juan, sin que nadie le dijera, saludó a Palladio y le preguntó por Evagrio, su maestro. En eso estaban cuando llegó Alipio, el gobernador de la provincia, y Juan alejó a Palladio discplicentemente para escuchar al magnate. Palladio se decepcionó y pensó que Juan no era tan santo y que estaba vencido por la adulación al mundo. Cuando Alipio se fue Juan llamó a Palladio y le regañó por sus ocultos pensamientos sobre él. Y además le dijo: - "¿No es el cierto que los enfermos son los que necesitan al médico? Tú te dedicas constantemente a trabajar por tu salvación, pero ese hombre está inmerso en el mundo, y apenas puede tener una hora libre de sus asuntos para el cultivo de su alma. ¿A quién debo saludar y preferir entonces?". Palladio quedó avergonzado, pero al mismo tiempo edificado. Además, Juan continuó exponiéndole asuntos del alma de Palladio: - "Sé que los pensamientos sobre tu padre anciano te han distraído últimamente, y has estado pensando en abandonar la vida solitaria para regresar al mundo. Pero has de saber que él y tu hermana han entrado en monasterios como tú. No pienses más en volver a tu casa, porque está vacía. Recuerda que quien pone su mano en el arado y mira hacia atrás, no es apto para el reino de Dios". 

Luego preguntó Juan al joven -"¿Quieres ser obispo?" "Obispo soy ya, como indica mi nombre" - respondió Paladio, y añadió - "Gobierno la diócesis de la cocina, y mi jurisdicción episcopal se ejerce sobre ollas y sartenes". Juan rió y le profetizó: -"Un día serás obispo y sufrirás muchas contradicciones. Pero recuerda, solo serás obispo si por cualquier causa dejas la soledad. Mientras estés en tu monasterio nadie te ordenará obispo". Y así fue exactamente, pues en unos años, estando Palladio enfermo de hidropesía, hubo de ir a sanarse a Alejandría y Bitinia, donde los presbíteros aprovecharon para proclamarle obispo de Helenópolis. Padeció mucho Palladio por la causa de San Juan Crisóstomo (27 de enero, traslación de las reliquias a Constantinopla; 30 de enero, Synaxis de los Tres patriarcas: Juan, Gregorio y Basilio; 13 de septiembre, muerte; 13 de noviembre, Iglesia oriental; 15 de diciembre consagración episcopal), llegando a tener que incluso vivir oculto durante casi un año a riesgo de su vida. No se olvidaría nunca de la profecía de Juan, pues él mismo la pondría por escrito.

Juan murió en 394, a los 90 años de edad, rodeado del cariño de sus discípulos y la admiración de la Iglesia de su tiempo. Murió de rodillas y en medio de un éxtasis. En 1901 se hicieron unas excavaciones en su lugar de retiro y fueron halladas sus celdas, mas no su sepulcro. Actualmente hay allí un santuario dedicado a la memoria del santo monje.


Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo III. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.


A 26 de marzo además se celebra a


Beata Panacea,
virgen y mártir
.
San Mateo,
cruzado mártir
.
San Ruperto, obispo.
Ss Phileto, Lydia
y comp. mártires.







jueves, 19 de octubre de 2017

El culto a los mártires y a las reliquias, esencial a la fe.

Santa Cleopatra, viuda. 19 de octubre.
 
Santa Cleopatra, San Varo
y San Joel Profeta.
Sobre esta santa viuda lo que se conoce es poco, y siempre relacionada a su principal obra caritativa: la construcción de una iglesia en el Monte Tabor.

Era una piadosa cristiana oriunda de Edra, Palestina, pero al casarse había emigrado a Egipto, donde había enviudado. En 307, luego del martirio de San Varo (19 de octubre), logró recuperar las reliquias del mártir cuando estas fueron arrojadas a las afueras de la ciudad. Ayudada por sus esclavos las sepultó en su propia casa, donde cada día hacía homenajes en su memoria, sin que faltaran nunca luces encendidas junto a la tumba. Como aún eran tiempos de persecución, los cristianos veneraban las preciadas reliquias de forma oculta. 

Cleopatra mantuvo las reliquias con ella, venerándolas en lo privado, hasta la paz de San Constantino (21 de mayo). Luego de esta, pensó retirarse a su tierra natal, pero se vio entre dejar allí las reliquias, o pelearse con los cristianos de Egipto por llevarse las reliquias; por ello escribió al emperador pidiéndole permiso para trasladar los restos de su marido, militar, a su tierra. Así, al responder afirmativamente el emperador, Cleopatra tomó las reliquias de San Varo, las envolvió en una sábana de Lino, y diciendo a todos que se llevaba los huesos de su marido, junto a su hijo Juan se fue a Palestina, junto al Monte Tabor, donde estaba sepultado su propio padre. Allí continuó Cleopatra venerando la memoria de San Varo, por lo que muchos cristianos conocieron de tan esclarecido mártir y la devoción fue a más.

Pronto ocurrieron numerosos milagros a la vera de las reliquias del santo, enfermos curados, niños que andaban, ciegos que recuperaban la visión, etc. Por esta razón, Cleopatra edificó una capilla a la memoria del santo. Antes de esto, habiendo crecido Juan, Cleopatra quiso que fuera militar como su padre. Logró que fuera recibido por el emperador y que este le diera un puesto. Aunque antes de partir a Roma, Cleopatra quiso que Juan le ayudara a terminar la iglesia de San Varo. Cuando la bella iglesia, que ya no existe, estuvo terminada, Cleopatra mandó hacer un bello relicario, sobre el cual colocó las insignias militares que habría que llevar su hijo. Luego de la liturgia de dedicación, Cleopatra dispuso que hubiese siempre presbíteros que oraran por el pueblo.

La aparición de San Varo.
Todo era fiesta, pero sin embargo, Juan murió la misma noche de la Dedicación de la capilla y Cleopatra clamó amargamente a San Varo: "¡Siervo de Dios! ¿Es así como me has recompensado por las grandes obras que soporté por ti? ¿Es éste el socorro que me das a mí que abandoné a mi marido por tu causa y puse mi esperanza en ti? Tú has permitido que muera mi único hijo; tú me has privado de mi consuelo y me has quitado la luz de mis ojos. ¿Quién me alimentará ahora en mi vejez? ¿Quién cerrará mis ojos cuando muera? ¿Quién entregará mi cuerpo a la tumba? Había sido mejor para mí morir que contemplar a mi amado hijo perecer en su juventud como una flor antes de tiempo. Devuélveme a mi hijo como una vez Eliseo devolvió al hijo de la mujer sunamita, o llévame sin demora porque ya no puedo soportar este amargo dolor". Luego quedó rendida por el llanto, y tuvo una visión: Vio a San Varo llevando a Juan, en forma de inocente niño. Ambos estaban coronados con hermosas guirnaldas y revestidos de ropas refulgentes. Esta visión la consoló y le dio paz, e incluso pidió al santo mártir que la llevara al cielo con ellos. Pero San Varo le dijo que aún no era el tiempo de ello. Cleopatra sepultó a su hijo en la misma sepultura del santo mártir (algo bastante común) y desde entonces no se lamentó más, sino que vivió con gozo por ver la gloria de su hijo, esperando ella tenerla también. 

Muchos milagros ocurrían por la intercesión de San Varo, cuyo culto Cleopatra cuidó más aún. Dio todos sus bienes a los pobres y se mudó a la iglesia, donde vivía y moraba. Ayunaba, oraba y a todos hablaba de los milagros del glorioso San Varo. Este, por su parte, se le aparecía cada domingo cuando ella comulgaba, lo cual acrecentaba más su esperanza. Siete años vivió así, hasta que, finalmente, en 327 Cleopatra entró en el cielo, y después de su muerte, ella también fue sepultada en la iglesia por ella construida.


Sobre la importancia reliquias podéis leer este artículo: Las Sagradas Reliquias.
Fuentes:
www.johnsanidopoulos.com
-"A Dictionary of Saintly Women". Volumen 1. AGNES BAILLIE C. DUNBAR. Londres, 1904.


A 19 de octubre además se celebra a
Beato Tomás Hélye, presbítero.
San Verand de Cavaillon, abad.

viernes, 1 de septiembre de 2017

Caridad, luego caridad y más caridad.

Pregunta: Esta mujer, al final es mártir ¿o no? España.

Respuesta: Pues no lo es, aunque en ocasiones le representen con la palma, que significa victoria, no necesariamente martirio.

Santa Verena de Zurzach, virgen. 1 de septiembre.
Su "vita" es bastante legendaria y se escribió para rellenar el culto, eso sí, antiquísimo, que recibe en Suiza. Nació Verena en Tebas, Egipto, en una familia noble y cristiana. Fue bautizada por San Chaeremon (3 de septiembre). Era pariente de un general de la Legión Tebana, y algunos, como no, apuntan al mismo San Mauricio (22 de septiembre). Cuando esta Legión fue trasladada a Milán, sobre el año 300, Verena les acompañó, como solían hacer las esposas, hijos y parientes de los soldados: la estancia allí podía durar años y se hacía vida normal, se poblaban sitios y hasta se fundaban ciudades. Verena era un ángel de caridad entre los suyos, atendía a los enfermos y heridos, y consolaba a las que quedaban viudas, y socorría a los cristianos cautivos. 

Algunas versiones dicen que fue junto a la Legión se trasladó posteriormente a Helvecia y fue testigo presencial del martirio de los soldados, y guardó algunas reliquias de estos, otra que había vuelto a Tebas, y al enterarse del suceso, regresó a Europa a salvar las reliquias. Como sea, la verdad es que la leyenda de los Tebanos no la menciona. En fin, que luego de este martirio, y como ella no había sido llevada al cielo con los soldados, buscó servir a Cristo tanto como pudiera, y se dedicó a la oración y la penitencia en una cueva en las montañas de Solothurn, donde había sufrido el martirio el otro tebano San Víctor (30 de septiembre). Su caridad, milagros y solicitud con los necesitados la hicieron famosa, y junto a sí reunió un grupo de vírgenes dedicadas a la oración y el trabajo manual. También predicaban y convirtieron a muchos a Cristo. Tanta actividad llamó la atención del comandante Hirtaco y Verena fue llamada a declarar. Como confesó su fe cristiana, la encerraron en la cárcel, donde se le apareció San Mauricio para confirmarle en su fe. Pero Verena salió libre de la prisión porque sanó al Gobernador, pudiendo regresar a su vida eremítica, aunque siempre que fuera lejos de allí, pues la expulsaron de Solothurn.

Entonces Verena remontó río arriba por el Aare, subida sobre una piedra de molino. Se detuvo en Koblenz, donde expulsó para siempre a las serpientes que asolaban a los pobladores. Luego se estableció en Bad, la actual Zurzach, donde se acogió a la caridad de un presbítero, y con el cual hacía caridad con los pobres y leprosos que pululaban fuera de las murallas. En una ocasión en que llevaba pan y vino a los pobres, la acusaron de que había robado el vino, y cuando comprobaron, este se había convertido en agua. En una Cuaresma, el presbítero le dio a guardar su anillo, pues no llevar nada caro durante la penitencia, y ocurrió que un ladrón le robó la prenda a Verena, pero temió ser descubierto y arrojó el anillo al río. Entonces la santa hizo una oración y en ese momento, un pescador pescó un pez, que ofreció a Verena para los pobres. Cuando ella lo abrió, descubrió dentro el anillo del sacerdote. Al cabo de unos años, el sacerdote le preparó una ermita en una cueva de Zurzach, donde Verena vivió unos años en oración constante. Cuando falleció, sobre 350, la Santísima Virgen se le apareció junto a santas vírgenes para llevarla al cielo.

Icono copto.
Verena fue sepultada en el cementerio junto a la calzada romana. En el siglo V se construyó una iglesia sobre su tumba, y en el siglo VIII un monasterio benedictino se anexó a la misma. Fueron estos monjes los que escribieron la primera "vita" y propagaron su culto. En el siglo XIII los Canónigos Regulares tomaron el edicifio y construyeron una bellísima iglesia, reformada luego al gusto barroco, donde aún se veneran sus reliquias. También se le tiene aprecio en Egipto, pues la Iglesia Copta la venera también, al ser egipcia de nacimiento.


Fuente:
https://www.heiligenlexikon.de


A 1 de septiembre además se celebra a
San Gil, eremita.
Santa Teresa Margarita Redi, virgen carmelita.

sábado, 17 de junio de 2017

De Santos Reyes (XVI): San Salomón.

San Salomón de Jerusalén, rey. 17 de junio.

Fue Salomón el segundo hijo del rey San David (29 de diciembre) y Betsabé, a la que sabemos cómo conquistó David. Fue Salomón el tercer rey de Israel, reinando casi 40 años. Aunque David tenía otros hijos con otras mujeres, prefirió que lo sucediese Salomón, y acertó. Para quitarse competencia mandó matar a su hermano Adonías, que pretendía el reino, y depuso al sacerdote Abiatar, que lo apoyaba. Aunque tenía un exquisito harén, tomó por esposa a la hija del faraón, para consolidar su poderío, afianzar alianzas y frenar a enemigos. Su sabiduría se hizo legendaria, y aún hoy llamamos juicio o decisión "salomónico" a aquello que se resuelve de modo justo e inteligente. El origen está en la historia de todos conocida que se narra en 1 Reyes 3, 16-28, en la cual Salomón se enfrenta a dos mujeres que reclaman ser la madre de un niño. Como no hay pruebas, Salomón, para probarlas, ordena que corten el niño a la mitad y den una mitad a cada mujer. Una de ellas se niega, prefiriendo lo entreguen a la otra. Entonces Salomón dictamina que esa es la verdadera madre.

Salomón engrandeció el reino, estableció nuevas rutas de comercio, explotó minas, hizo calzadas y numerosas infraestructuras. Terminó y embelleció sobremanera el Templo de Jerusalén, dedicándolo personalmente. Hasta la misma reina de Saba, famosa por su belleza y sabiduría, se rindió a las riquezas y sabiduría de Salomón, cuando le visitó. Ni todo su despliegue de riqueza y poderío opacó la grandeza del rey Salomón. Todo lo que le preguntó, Salomón lo sabía, quedando la reina impresionada. Ella le regaló numerosos bienes y tesoros, y él pues entregó a ella su voluntad. Conocido es en la Escritura por atribuírsele el Cantar de los Cantares, poema erótico de gran belleza, en el que con imágenes sensuales se expresan realidades teológicas y espirituales. Igualmente se le atribuyen los libros Proverbios y Eclesiastés. Hacia el fin de su vida, Salomón pecó permitiendo la idolatría, dejando que cada quien de sus mujeres extranjeras adorase a su propio dios. Por ello, luego de su muerte, el reino fue dividido entre los reinos de Israel y Judá.

La Iglesia romana no lo celebra litúrgicamente, pero algunas orientales sí, aunque lo representa comúnmente entre los sabios y doctores. Especialmente la Iglesia Copta, que entre sus muchas tradiciones tiene una que narra que Salomón y la reina de Saba tuvieron un hijo que sería rey de Etiopía y que antes de la destrucción del Templo, salvó el Arca de la Alianza, escondiéndola en un lugar ignoto. Los musulmanes igualmente le consideran un gran rey y profeta.


A 17 de junio además se celebra a
San Manuel y hermanos mártires.
San Adolfo de Torney, obispo.

lunes, 1 de mayo de 2017

De una santa entre sinvergüenzas.

Santa Isidora, virgen. 1 de mayo.

Solo conocemos de ella lo que algunos menologios griegos traen, basándose en Las Vidas de los Padres del Desierto:

Era Isidora monja en un monasterio de vírgenes en Tabennis, en el Alto Egipto. Era muy humilde y callada, y por ello despreciada por las demás religiosas. Siempre le ordenaban los peores trabajos, era blanco de burlas y ofensas y casi nunca podía acudir a la oración común, porque siempre le encomendaban la limpieza del suelo de todo el monasterio cuando las monjas estaban en la iglesia. a veces la asustaban o le pegaban si la hallaban dormida por el cansancio, entre los fogones de la cocina. Pero ella todo lo soportaba con paciencia y sonreía con dulzura. Ni siquiera podía usar un hábito decente, sino que solo traía una túnica vieja y por velo un trapo sucio desechado por alguna hermana.

Ocurrió un día que el eremita Pioterio, que vivía entre las rocas, a la orilla del Nilo, tuvo una visión en la que un ángel le decía: "Ve a un monasterio en Tabennis y allí encontrarás un vaso de elección lleno de gracia de Dios. La conocerás por la corona que brilla sobre su cabeza". Así lo hizo el santo varón, al llegar al monasterio relató su vocación a la abadesa, la cual mandó pasar a todas las monjas, una a una. Pero ninguna de ellas era. Preguntó Pioterio: "¿Hay alguna más?" "Aquí están todas, salvo una criatura inepta que permanece siempre en la cocina" - dijo la abadesa. El santo mandó traerla y cuando Isidora llegó, eremita vio resplandecer sus ropas y emanar luz de su cabeza, coronada de rosas de oro. Entonces cayó a sus pies, y rogándole que la bendijera, dijo "¡Es esta a quien el Señor ha escogido!" Y las monjas se lamentaban: "yo la golpeé en la cara ayer", "yo le puse mostaza en la nariz para burlarme", "yo le tiré los restos de mi cena a la cabeza", y así, por el estilo. Y todas la besaban y veneraron como a una santa. Pero Isidora, avergonzada de aquella súbita veneración, huyó a la soledad y vivió el resto de sus días como ermitaña.


Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo V. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.


A 1 de mayo además se celebra a
Santa Bertha de Avenay, viuda, religiosa y mártir.
San José Obrero.
San Amador de Auxerre, obispo.

martes, 4 de abril de 2017

San Zósimo, carmelita.

San Zósimo, abad. 4, 9 y 30 de abril.

San Zósimo da la comunión
a la santa penitente.
La "vita" de San Zósimo se funde con la leyenda de Santa María la Egipcíaca (1, 2, 3, 4, 6, 9, y 15 de abril) y de tal modo que si bien la leyenda de la penitente se funda en un hecho de la vida de Zósimo, por otra parte él sería totalmente desconocido de no ser por la fama de ella.

La primera y más confiable fuente sobre Zósimo es una mención en la "vita" de San Ciriaco (29 de septiembre), escrita por Cirilo de Escitópolis. En esta se cuenta que un día, dos discípulos del santo, uno de ellos sería Zósimo, que se habían internado en lo profundo del desierto para hacer su tiempo de penitencia, vieron a un extraño ser con apariencia humana entre los espinos. Miraron, pero no estaba, e hicieron oración pensando que sería cosa del diablo. Más adelante hallaron una cueva y al intentar entrar vieron de nuevo al extraño ser que les alertó no se acercaran, pues era una mujer y estaba desnuda. Y así, de lejos, ella les confesó que su nombre era María, y había sido una gran pecadora que además había llevado a otros a pecar. Pero tocada por Cristo se había ido al desierto a expiar sus culpas. Los monjes la dejaron, y luego de la cuaresma volvieron al monasterio y contaron a Ciriaco lo ocurrido. Por Pascua fueron a visitarla y la hallaron muerta, y la sepultaron allí mismo con veneración.

Esta historia, escueta y sincera, menciona a nuestro Zósimo y a esa penitente desconocida llamada María, de la cual surgiría la leyenda que podéis leer en este link, muy posterior, de Santa María la Egipcíaca, que se hizo extremadamente famosa a partir del siglo IX, llegando al culmen de su fama en los siglos XII y XIII. Aunque fantasiosa, parte de un hecho real, el narrado anteriormente. Por su parte, la leyenda propia carmelitana hace santo eliano a Zósimo, como a todos los santos anacoretas del desierto.

Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo IV. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.


A 4 de abril además se celebra a






martes, 7 de marzo de 2017

La flauta acallada por la predicación.

Santos Apolonio, diácono, Filemón, músico, y compañeros mártires. 7 y 8 de marzo.

San Apolonio.
Iglesia del Salvador, Estambul.
Imperando Galerio, vivía en los desiertos de Egipto un anciano monje y diácono llamado Apolonio, que en lo más cruel de la persecución de dicho emperador, iba visitando los monasterios, alentando a los monjes y a los eremitas a permanecer fieles a Cristo. Fue apresado por esta actividad, y a la cárcel acudían los paganos a insultarle, blasfemar contra la religión cristiana y desesperarle.

Entre esta turba había un flautista llamado Filemón, que era conocido por su ingenio para componer canciones burlescas. Este Filemón se burlaba e injuriaba a Apolonio más que nadie, y lograba el aplauso de los demás paganos. Apolonio, entretanto, le predicaba sobre Cristo, y finalmente le dijo: "Pido a Dios, hijo mío, que te perdone todos tus excesos, y que no te impute como pecado las palabras injuriosas que me dices". Filemón, que había venido oyéndolo, cambió totalmente su actitud con estas últimas palabras de Apolonio, y reconociendo a Cristo como Dios y Salvador, lo confesó en voz alta ante todos los que antes le coreaban. Fue llevado ante el magistrado, al que dijo: "Obras como mal ministro, cuando castigas a unos inocentes, a unos hombres amados de Dios, y a unos santos religiosos: los cristianos son irreprensibles, así en su doctrina, como en sus costumbres". El magistrado en principio pensó que era otra burla de Filemón, y que pronto haría alguna broma al respecto, pero cuando vio que iba en serio, le dijo: "Tú has perdido el juicio, y ya careces de aquel buen gusto que tenías". "No soy yo" – replicó Filemón – "el que ha perdido el juicio, sino tú. Sí, tú, a quien le domina la ira y hace derramar la sangre de una infinidad de gente. Pues ante ti declaro que soy cristiano, consciente que no hay hombre sobre la tierra, que se les pueda comparar en bondad".

Sabiendo el magistrado que el cambio de Filemón se debía a que Apolonio le había predicado, mando poner a este en potro de tormento para castigarle. Luego mandó que junto a Filemón fuera quemado vivo. Entraron la hoguera encendida con sonrisas en el rostro, y aún desde el fuego se oyó que Apolonio oraba: "¡Señor, no abandones al furor de las bestias feroces las almas de los que creen en ti, sino haz ver que eres el Salvador!" Y de pronto, una nube apareció sobre los mártires, descargando agua y apagando el fuego. Ante este portento muchos se convirtieron y confesaron a Cristo. Al enterarse el prefecto de Alejandría, mandó llevasen cargados de cadenas a Alejandría a todos los que se habían convertido al cristianismo.

San Filemón.
Iglesia del Salvador, Estambul.
Pero los que les llevaban, igualmente quedaron impresionados con las palabras de Apolonio, por lo cual, al llegar ante el Prefecto, ellos mismos se entregaron también, reconociéndose cristianos. Irritado el gobernador por las conversiones y su firmeza, mandó les arrojaran a todos al mar, dándoles el bautismo de sangre, pues el de agua aún no lo recibían. Según Rufino, los cuerpos fueron devueltos a la orilla y sepultados en una misma fosa por los cristianos, que levantaron allí un monumento, encomendándose siempre a sus oraciones.

La narración de su martirio, recogida por Ruinart, es la que aparece en la "Vida de los Padres del Desierto", y su martirio aparece datado a 7 marzo e imperando Diocleciano, aunque los martirologios mayormente los recogen a 8 del mismo mes. Asimismo, otras narraciones añaden detalles, como una lluvia que Filemón toma como signo de su bautismo, o que les cortan los talones y los arrastran por las calles.



Fuente:
-"Las verdaderas actas de los mártires". TEODORICO RUINART. Tomo III. Madrid 1776.


A 7 de marzo además se celebra a 





Santa Almedha, virgen y mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...